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SIGNIFICADO DEL NOMBRE DE LOS ALMOGAVARES

Raphaël Marí Caselles


Circulan distintas versiones acerca del significado de su nombre:

a) El término “almogávar” parece provenir del árabe, en concreto de al-mo-gauar o al-moughâvar, que se refiere y designa a aquel que hace incursiones en tierra del enemigo.

b) Existe una segunda teoría según la cual parece proceder del árabe el origen de su nombre; en el presente caso, sería del término al-muhavir o al-mukhavir, que es el nombre con el que se conoce al que aporta noticias.

c) Existe una tercera opinión y es que vendría del adjetivo gabar, que puede ser traducido por altivo, orgulloso.

d) Las tres versiones pueden ser correctas, ya que las dos primeras hacen mención a su profesión militar, en tanto que la tercera define su forma de ser y su carácter.

e) En lo que hace referencia a su origen, no hay un acuerdo tácito por parte de los expertos, aunque mayormente todos coinciden en afirmar que los ALMOGAVARES descienden de aquellos grupos bárbaros que contribuyeron a la ruina del Imperio romano.

Existe también la creencia de que proceden de un grupo étnico derivado de los hunos o los godos. Pero también otros indican su procedencia de los ávaros, pueblo perteneciente a la confederación huna.

Francisco de Moncada, historiador del siglo XVII recoge la opinión de George PACHYMERIO, cronista bizantino del siglo XIV, y según el cual, ésta sería la versión más adecuada.

Sin embargo, para Buchon, autor francés del siglo XIX, el nombre “almogávar” simplemente designa los sarracenos de Occidente. Este era el nombre dado a los árabes que llegaron procedentes de la región nordeste de la gran isla africana (Magreb) en contraposición al Makric (levante). Posiblemente pueda sorprender dicha opinión, ya que no la hallamos en ningún otro autor. Buchon tradujo a Muntaner, cronista de los ALMOGAVARES, aunque no explicó de qué forma este nombre pudo haber pasado de los conquistadores árabes a los cristianos.

Por otro lado, el historiador catalán del siglo XIV, Desclot, describía a los ALMOGAVARES de la siguiente forma:

“Estos hombres llamados ALMOGAVARES viven solamente del oficio de las armas. No habitan las ciudades ni las villas, sino las montañas y los bosques. Guerrean sin tregua contra los sarracenos y entran en su tierra durante un día o dos, robando y saqueando. Pocos soportarían una vida tan dura como la suya. Pueden permanecer dos días sin comer si es preciso, o comer tan sólo hierbas del campo. Su vestimenta consiste en una camisa corta, tanto en invierno como en verano, y unas calzas de cuero estrechísimas. Cada uno de ellos va armado con una espada y unos dardos, y no llevan ni escudo ni armadura.

A la espalda llevan un zurrón de cuero en el que colocan las provisiones para dos o tres días. Son gente de montaña, hombres fuertes, catalanes y aragoneses. 

Al comienzo, no eran sino pequeños grupos dispersos de exploradores, una especie de complemento del ejército, pero una rápida evolución se produjo a partir de la segunda mitad del siglo XIII. Su importancia numérica aumentó, se fueron reagrupando y poniéndose al servicio de quien los necesitaba, aunque bien entendido, previo pago de una cantidad por sus servicios: se convirtieron en mercenarios.

Corrían los albores del siglo XIV cuando se formó la Compañía Catalana, produciéndose la renovación. Ya no fueron un islote, un supletorio que puede siempre reintegrarse a su medio de origen y readaptarse allí.

Se formó –a partir de ese momento- un ente específico, pero formaron también un ente social, con un espíritu que, poco a poco, les hizo más autónomos.

Ese espíritu es el que prevalecía incluso entre los más humildes y los más rudos. Era un ideal de soldado, de hombre de armas, que, claramente se traducía en un comportamiento ejemplar en el campo de batalla. Su religión era el combate. Antes de entrar en batalla confesaban y comulgaban, preparándose con un gran misticismo y gravedad. Primero proferían su grito de guerra: “¡ Aragó, desperta ferro !” Y luego se marchaban entonando la Salve Regina.

Constituyeron una sociedad jerarquizada que estaba compuesta por “almogatens”, adalides, caudillos y capitanes. Tenían su propio consejo, una administración particular con Chancillería, Tesoro e Intendencia. La sociedad en cuestión constituía, claramente, una república militar.


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