ENTREVISTA EXCLUSIVA A MABEL BENITEZ

Por:  Susana Weingast

 

 

Esta ciber-entrevista fue realizada en la ciudad de Buenos Aires, vía e-mail en el mes de julio de 2001, por la artista plástica Susana Weingast (SW) y la artista plástica Mabel Benítez (MB) que nació y reside en Argentina

 

SW---¿Por qué decide dedicarse al Arte?

MB--- Porque pinte y dibuje desde siempre. Recuerdo perfectamente mi primera pintura: En la cocina de mi casa estaban pintando las puertas con esmalte sintético color marrón y mientras mi abuelo me leía Platero y yo, de J.R. Jiménez, yo me robaba la pintura y copiaba la cabeza de Platero, que ilustraba la tapa del libro (que aun conservo). No sé que edad tenía pero a los cinco años ya leía sola (no fuí una niña prodigio, es que entonces no había TV).   La aprobación de mi abuelo y mis padres, seguramente fue un buen estímulo, porque creo que desde entonces seguí pintando.

SW---¿Qué Maestros de la Historia del Arte la impactan?

MB---Son tantos los que me impactan...  Miguel Angel por lo titánico de su esfuerzo.  Leonardo por su espíritu inquisitivo de creador nato. Goya porque me revive mis raíces españolas.   Más modernos, Bacon, Sutherland, Munch, Egon Schiele,Giacometti, Hans Arp, Antonio López, Candido Portinari, Tamayo.  Y dentro de la pintura argentina, admiro muchísimo a Carlos Alonso, a Raquel Forner y podría seguir hasta el infinito.

SW---¿Qué obras le impactaron más en sus múltiples viajes?

MB---Dos veces recuerdo haberme emocionado hasta las lágrimas ante  la obra de un pintor, frente a los Fusilamientos de Goya y ante los trípticos de Beckman, que tuve la suerte de ver todos juntos en Londres.

SW---¿Y Maestros en su vida?

MB---A todos los que nombro en mi curriculum, porque todos me dieron algo. A veces no depende sólo del tiempo que me dieron y que ha sido mucho, sino mas bien de la calidad y la oportunidad con que me han transmitido cosas que fueron, son y me serán siempre útiles.   Les estoy muy agradecida a todos.

SW---¿Qué bases prefiere para pintar?

MB---Fundamentalmente óleo sobre tela o hardboard, con espátula o pincel. También pastel y a veces óleo sobre papel imprimado y tinta o carbonilla.

SW---¿Qué imagen desea representar dentro de lo orgánico?

MB---En mi pintura actual no hay personajes. Hay formas evocativas. A veces, muchas, son antropomorfas, óseas, musculares. También vegetales o rocosas. Por eso las llamo Formas Orgánicas.  Mis cuadros de las series de los últimos 3 años no tienen título, sólo números. No quiero ser yo quien condicione al espectador.

SW---¿Ud. cree qué el título condiciona o qué el espectador se impacta sólo con la imagen?

MB---Creo que todos vemos lo que queremos ver. Lo que yo sentí o pensé mientras hacía el cuadro no es lo importante, el resultado final es independiente de mí.  Lo que vale, si algún valor tienen, es lo que evoca quien lo esta mirando, en ese momento.  Como dijo Ted Hughes "En nuestro cerebro hay muchas mansiones y la mayoría de sus puertas están cerradas, con las llaves dentro".

SW---¿Qué interesante...  plasmar, evocar y comunicar. no?

MB---Si el universo interno de mis propias vivencias, se tocan con el de otro ser humano, tan solo por ese punto, resultará  una comunicación maravillosa, de la que sólo será testigo el cuadro.   A ambos nos hará bien: a mi,  por el placer o el dolor que me produjo el parirlo y al espectador por lo que le haya deparado el observarlo.

SW---¿Trabaja por  automatismo?

MB---Si, a veces me permito dejar que las imágenes surjan en forma automática, del inconsciente, aunque después trabajo la idea primaria. Me ocupo mucho del juego entre lo interno y lo externo, lo real y lo imaginario, las oposiciones entre lo lírico y lo dramático.

Mi pintura siempre osciló entre los opuestos, aún en mis primeros trabajos, que eran totalmente figurativos.

SW---¿Qué siente cuando el material provoca efectos sorpresa?

MB---El material, a veces produce sorpresas - la casualidad de Bacon- y me encanta cuando pasa eso, suelo dejarme llevar y a veces termino haciendo algo que no tiene relación alguna con la idea original. Suele dar buenos resultados.

SW---¿Qué siente ante la obra terminada?

MB---No siempre estoy segura de haberla terminado. A veces retomo un trabajo que no me convenció mucho en su momento y lo modifico completamente, a veces terminarlo me lleva meses, porque mientras maduro la idea voy empezando otras. Suelo trabajar en dos o tres trabajos a la vez. Pero, en otras oportunidades, trabajo sin parar, hasta que digo basta. Ya sea porque me convence o porque me canso de luchar con ella. Terminar un trabajo me estimula inmediatamente para empezar otro. 

SW--- ¿Me cuenta alguna anécdota de su carrera?

MB--- Aunque siempre que lo recuerdo, me río mucho, sólo Dios y yo (y el manisero de la esquina), sabemos las que pasé en el momento.

Invierno del 98. Jueves gris, lluvioso, horrible. Yo, en cama, con gripe, resfriada y volando de fiebre. Entre un estornudo y otro, pensando quién me habría mandado a dejar mi trabajo seguro (enseñaba inglés y castellano a extranjeros), para dedicarme sólo a pintar, si hacía tiempo que nadie me compraba un cuadro. ¿Comprar dije? Ni preguntar siquiera el precio!

De pronto suena el teléfono. Un señor, desconocido hasta entonces, que va regularmente a un café donde suelo tener algunas de mis pinturas colgadas, había visto “El Hada del Hogar” y lo quería comprar para regalárselo a su esposa! - Eso sí, tenía que entregárselo al día siguiente, entre las 6 y 7 de la tarde.  Arreglamos los detalles de la venta y corté.

Estaba tan feliz, que ya se me habían pasado los estornudos, el refrío y creo que hasta la fiebre!

Al día siguiente, contacté a mi amigo Arturo, quien transporta los cuadros, y me pidió que estuviera con el cuadro, en la vereda, ya que en pleno centro, siendo viernes en Azcuénaga y Paraguay, a la hora pico, es imposible estacionar el automóvil.

Llegué al café media hora antes, con mi cámara fotográfica, porque recordé que nunca había tomado una foto de ese trabajo, que además quiero mucho.

Para mi gran sorpresa, todas las mesas del café estaban ocupadas por hombres, haciendo qué? Mirando partido importante de fútbol en TV.

Sólo una no y estaba ocupada por la única mujer, que, como corresponde, se había sentado de espaldas al televisor, con un libro y dispuesta a tomar el té.

¿Adivina dónde estaba su mesa?- Sí, al lado de mi “Hada del Hogar”, que es un óleo de 1 metro de base, por 1,40 m de alto. No tuve más remedio que pedirle que se levantara, para retirarlo de la pared. Muy amable, se levantó, pero si las miradas cocinaran, yo habría quedado carbonizada.

Descolgué el cuadro y escuché algún comentario sobre los goles y los senos de mi modelo, que prudentemente preferí ignorar.

Fui a la vereda, en la calle, a sacar la foto, antes que llegara Arturo.

Por suerte no llovía, pero había mucho viento y hacía frío. O sea: el cuadro se bamboleaba para todos lados, la cámara se caía, si sujetaba el cuadro, no podría sacar la foto.

Los transeúntes masculinos no se privaban de hacer comentarios sobre el desnudo del cuadro: ¡Se va a resfriar la gordita!. Hace frío para estar sin ropa, no? No quiere un bufandita para la chica?, etc.

Conseguí apoyar el cuadro en lo que parecía un lugar seguro. Fuí a la esquina, allí había bastante luz del farol  de la calle y de un negocio, pero el cuadro se volaba!. Arturo pasaba y me hacía señas de que iba a dar la vuelta a la manzana.

Preparé la máquina, por suerte el flash funcionaba y en eso escuché una voz que me decía: ¿quiere que le sostenga el cuadro?  Casi lo como a besos! Era el señor que vende maníes en la calle, que me había estado observando y se apiadó de mí. (A esta altura, creo que yo le daba lástima a todo el mundo).

Cuando cortó el semáforo, bajé del cordón de la vereda, me puse en cuclillas y entre bocinazos y comentarios irónicos (muchos irrepetibles), sobre mi hada gorda y desnuda, tomé la foto que, aunque parezca increíble, salió bastante bien!. (El manisero también).

El título del cuadro, como ya te habrás dado cuenta, es una referencia a Virginia Woolf, sólo que mi Hada del Hogar, no es pura. Es sensual y robusta y con toda su humanidad sentada sobre una silla en la cocina de su casa.

 Supongo que a Woolf le habría divertido mucho verme en esa situación, ¿no te parece?

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