UNA AVENTURA DIARIA

Carmen Villalba

 

¿Es Ud. amante de las aventuras?...Si....pero nunca ha tenido oportunidad de hacer un Safari o viajar a lejanos paises?... Bien, no se arredre por eso.   No es necesario salir de la ciudad para conseguirlo.  He aquí sencillamente lo que debe hacer.... Tome un autobús a la hora en que los trabajadores van a sus quehaceres!

Y... empieza la aventura...

Primero se forma una decorativa "cola" que no tiene otro objeto que el de seguir la rutina.  Como igualmente nos colocaríamos espalda contra espalda, si lo hubiésemos visto hacer así desde tiempos remotos.

En invierno, esa media hora que pasamos helándonos en la parada, viene a ser algo así como una preparación para convertirnos en lánguidos pingüinos.  Y los que minutos antes eran cuerpos erguidos y orgullosos, van perdiendo su empaque por momentos.  Empezamos a encogernos poco a poco, hasta que nuestro cuello con la agilidad de un acordeón, se empequeñece hasta que la solapa del abrigo nos llega hasta la nariz.  Ah! que momentos esos tan excitantes... Cada vez que vemos aparecer a lo lejos un bultito que nos parece el deseado vehículo, nos emocionamos... late apresurado el corazón.... ¿Será el nuestro?....¿No será?... Las narices han salido de su escondite, vuelve el cuello a su posición normal.  El bultito se hace bultote y ..... "suspense".... NO .... no era lo que esperabamos...sino un camión con pretensiones de mastodonte.   Suspiros resignados y vuelta a acordeonarnos, hasta ver de nuevo otro bultito.  Contenemos la respiración... y.... no es el nuestro...

Esta operación se repite varias veces, hasta que al fin llega el tan deseado vehículo.  Pero... Cruel desilusión!... ha pasado por delante nuestro sin detenerse, casi me atreveria a asegurar que pavoneándose.  Se oyen imprecaciones... maldiciones...puños levantados amenazadores... y vuelta de nuevo a la inmovilidad.  Y cuando ya rayamos en una indiferencia espartana.... llega y se detiene nuestro autobús.  Cuanta emoción en los rostros!... Todos hemos despertado de nuestra impasibilidad asiática, y los que parecíamos aprendices de estatuas.. estamos listos a convertirnos en una nueva especie de piratas, prontos para lanzarnos al abordaje de la moderna "nave".  Con un poco de suerte, nos hay que hacer el mínimo esfuerzo para subir, basta dejar hacer a los demás, los cuales te meten dentro en menos que canta un gallo. 

Y bien... ya estamos dentro...ahora una de las principales proezas, consiste en alcanzar la puerta de salida a fin de no quedar prisionero y no poder bajar hasta el final del trayecto.

Otra de las artes que debemos poseer es el de pagar nuestro pasaje sin golpear a cuanto ser viviente tengamos delante.  Pues si hemos entrado con los brazos caidos, se necesita un curso especial para lograr levantarlos.   Por otra parte, si se ha subido con un brazo en alto, como saludando a un viejo conocido... corre el riesgo de no poder colocarlo de nuevo en su posición correcta.  Lo mismo sucede con los pies.  Estos una vez arriba, hay que acomodarlos rápidamente lo más juntos posible, pues de otro modo, otro pie mas listo te quita la plaza y quedas en la desairada posición de los flamencos, con un pie en alto.

Claro está que todo no son dificultades, puedes tener la suerte que alguno de los días te puedas asir a un postecito del autobús, y eso ya es una ventaja, pues en vez de balancearte al compás de las curvas y frenazos, te limitas a aferrarte al poste y a sostener el peso de los compañeros que no han tenido la misma suerte.  Otra de las ventajas, es que con el tiempo nos inmunizamos contra los achuchones.

Hay tambien la parte graciosa, y es que siempre se encuentra algun pasajero con buen humor, que hace chistes en voz alta, sobre la situación, y que ríe el sólo, haciendo caso omiso a las miradas iracundas que le lanzan sus vecinos medio despachurrados.  ¿Y luego dicen que es necesario viajar?... ¿No están ustedes tambien de acuerdo conmigo que la ciudad tiene sus aventurillas?

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