De   Ovidio

Cuando conversamos con chicos de ésta generación es gracioso escucharlos,  pues piensan que ellos unicamente conocen del amor, de la atracción, de la forma de conquistarse entre ambos sexos;  sin ni siquiera llegar a imaginarse que todo eso es tan viejo como las pirámides mismas.  Es por ello,  que me encanta revisar de vez en cuando las páginas del libro “Arte de Amar” de Publio Ovidio Nasón, último poeta latino de la época de Augusto, en el encuentra uno tantos consejos, que si unicamente les cambiamos el ropaje, veremos cuan actualizado estaba.  Leámos de él:

 

…”Aplaude con entusiasmo la danza que ella aplaude.  Levántate si ella se levanta, y siéntate si vuelve a sentarse.  Y no te importe perder el tiempo siguiendo sus antojos.  No debes preocuparte de rizarte el cabello con las tenacillas,  ni de alisarte la piel con piedra pómez; deja estos ridículos aliños para los afeminados que aúllan sus cánticos frigios en honor de la diosa Cibeles.  La sencillez es la mayor elegancia del hombre viril.  Teseo, que nunca se preocupó de su peinado, supo conquistar y hacerse amar por la hija de Minos.  Fedra  enloqueció por Hipólito, que carecía de elegancia.  Y Adonis, que vivía salvajemente, cautivó con su brusquedad el corazón de Venus.  Preséntate, aseado, pero no ocultes el fuerte color que a tu piel dió el ejercicio a pleno sol.  Que tu toga te envuelva airosa y bien cortada.  Sea  tu habla suave. Luzcan tus dientes su esmalte; que tus pies vayan calzados justamente; que tus cabellos, mal cortados, no caigan a mechones, ni tu larga barba te erice el rostro;  no lleves largas las uñas ni sucias; no asomen los pelos por las ventanillas de tu nariz, y, antes que nada, que tu boca no hieda con el fétido olor del macho cabrío.  Los demás detalles de la “toilette” déjalos para la mujer”….

 

 

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