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ESTRELLAS FUGACES
Jesús López Merino
A todos nos gusta parar la vida y sentarnos en el dosel de la puerta, tranquilos, reposando y degustando los placeres que nos proporciona. Y nos disgusta caminar y seguir. Ponemos y conjugamos los verbos y la vida en un presente continuo como queriendo alargar, o mejor, estancar o retener el tiempo. Buscamos como meta eternizar los momentos, prolongarlos y hacerlos en sí mismos eternos. Y mientras buscamos eternidad perdemos vida.
Siempre nos falta algo que no nos deja sentir la felicidad, la vida, esa eternidad al completo. Y corremos. Corremos y tropezamos con los mismos objetos y las mismas categorías de sensaciones que nos apartan del sentimiento de felicidad completa. Siempre ponemos un pico, un más allá, una mejora continua …… en definitiva siempre ponemos el sentimiento de insatisfacción en la cabeza.
Cuanto más queremos algo, más parece se nos aleja. Tener y amar, dos verbos difíciles, muy difíciles de conjugar para aquellos que sienten la vida. Al igual que ser. Es muy difícil tener cuando se vive, como difícil amar cuando se está amando. Y es difícil gozar si no se tiene, pues sólo se goza de lo que se tiene. Siempre nos falta algo. Todos, los tres verbos, no son en sí mismos. Se van haciendo, se van sintiendo, se van modelando y modulando a medida que el tiempo, esencia de nuestra vida, nos abre la posibilidad de sentir los distintos momentos de nuestro pasar. Hemos de hacer de nuestra vida un presente fluyente y transitivo para disfrutar de los tesoros tal cual son.
Somos tiempo y el tiempo nos hará vivir, sentir, padecer y disfrutar de nuestros sentimientos mientras salvamos la ola de la continuidad de la vida, la que nos arrastra, la ola que nos hace sentir en vida y viviendo. ¡Qué bello es vivir, cuando verdaderamente vivimos pasando, siendo, sintiendo, amando y somos conscientes de ese pasar! ¡Tempus fugit! El tiempo huye, se pasa, vuela … pero se queda gravitando en nuestra mente pasajera. Y lo nuestro es pasar, como el poeta nos recordó con sus sonoros y afamados versos.
"Vivir es caminar. Breve jornada". Así nos confía Quevedo su fina visión del tiempo. Incluso lo llega a definir como dador de vida y muerte, en sus Poemas morales. Incluso, lo califica y otorga vida: "¡Cómo de entre mis manos te resbalas!", refiriéndose al tiempo que fluye quedo. Y para que no quede duda lo viste con la ligera túnica que sabe es como su propia piel: "solamente lo fugitivo permanece y dura".
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fué, y un será y un es cansado.
¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!
¡Poco antes, nada; y poco después, humo!
Sin embargo, no aparta la vida ni la deja en sitio vano. "Quién no vive no padece muerte". Vivir y morir, ya lo sabemos, son dos compases del mismo movimiento y la orquesta que diriges sonará y vibrarán sus notas en el aire si sabes combinar sonidos y silencios, sueños y vivencias, caminar y sentarse oteando el universo, amar y ser amado, pasar viviendo y escapar del tiempo sin sentirlo … En definitiva, ser tiempo con el tiempo.
Si ves estrellas repetidas y no vives y sueñas otras nuevas, no esperes encontrarte caminando, ni encontrar un cielo estrellado y presto al gozo. Verás, únicamente, un pozo abierto que ahoga, esconde y crea un presente estático y eterno. Verás cómo tu vida ni pasa, ni camina ni se deshace en las mil y una estrellas fugaces que comparten el sueño de vivir y caminar entre las olas, sabiendo que el camino se ha borrado y sólo queda, por quedar, el humo de un sueño realizado para nacer otro con nuevas luces y destellos que harán de tu vida un despertar a un nuevo verso. Verás que todo se ha escapado y anegas en el pozo de tu sombra la vida que, por fugaz y pasajera, has dejado enterrar sin conocerla. Verás que ni pasando te despiertas.
¡Oh, sueño/estrella fugaz que me despiertas e irrumpes en mi vida modulando mi camino! Abres mis ojos a la luz del día, y lo vistes y despojas de su rutina y cotidianeidad. Lo cargas de luz y energía para buscar y encontrar lo que dentro de ti llevas. Nunca descubrirás otros mundos y otros planetas si dentro, en tu interior, no han nacido; si no hay estrellas que lo hayan alcanzado con su luz; si no has navegado en cien mares, ni atracado en mil riberas; si la noche no ha dejado la helada o el rocío; si no has roto las nubes pasajeras que ocultan las estrellas y dejan un cielo abierto y despejado donde disfrutas de la verdad y plenitud del verdadero día.
¡Escucha la exhortación del alba!
Mira este día porque es la vida,
la misma vida de la vida!
En su breve curso yacen todas las verdades
de tu existencia;
la alegría del crecimiento,
la gloria de la acción,
el esplendor de la belleza;
porque ayer no es más que un sueño
y mañana es únicamente una visión;
pero el hoy bien vivido
hace de cada ayer
un sueño de felicidad
y de cada mañana
una visión de esperanza.
Mira bien, entonces, a este día!
(del " Sanskrit" )
Fugaz se vive la vida sin saberlo y corremos por querer apresarla y detenerla. El tiempo no da tiempo porque pasa y se viste de momentos, de segundos, instantes que vives cuando pasas, a veces sin saberlo. El tiempo te despega de la vida y te da aliento para navegar por la ruta marinera del que hace estelas caminando y sintiendo su pasar haciendo caminos. El tiempo te dice que camines mientras hay tiempo, pues tiempo lo tenemos estático y muerto instalado en el pasado, o vivo y vibrante cuando pasas, sin muchos aspavientos, sintiendo que la vida es el placer de los momentos. La felicidad no está en tener y retener, sino en saber tener y vivir momentos pasajeros.
Pasar no es huir o correr para llegar antes. Todo tiene su momento. El "hoy es siempre todavía" Machadino se presta a eternizar los momentos y la vida. Mientras la vida se diluye efímera y fugaz cual águila voladora rastreando todo lo que bajo su raudo o calmo vuelo se contempla, los momentos verdaderamente vividos recogen la intensidad alargándola en un presente construido en la memoria. Hemos de darnos tiempo para vivir y disfrutar de la fugacidad de nuestra vida. Sin construir fortalezas, pero sabiendo cobijar nuestros sueños en el oasis de nuestro camino. Y saber disfrutar del tiempo, de la vida y del camino sin poseerlo, sin retenerlo. Pues todo lo que retengas te restará fuerzas para disfrutarla y su peso te evitará caminar ligero.
No se trata de llenar huecos o vacíos, sino de vaciar, de vaciarse para encontrarse uno a sí mismo, para saberse y comprenderse y ser la estrella fugaz que comparte los mejores momentos, pasando y rescatando tu mirada perdida, ofreciendo la luz desprendida desde el interior de tu mirada, volviendo a ser enlace de nuevos momentos y miradas compartidas, creando nuevos espacios para que "otro" sea como es y siga siendo pasajero a tu lado, compartiendo vida, tiempo y movimiento. Porque ser estrella fugaz es sentir y vivir sin tiempo y sin medida, sabiendo de finitud y de espacio compartido.
Busca tu tiempo, tu medida, tu estrella fugaz de cada día; tu sueño y tu color fúndelos en desinteresados besos dibujados en el firmamento; cambia amor por indiferencia, caminar por correr sin rumbo, compartir por disfrutar sólo, volar por arrastrarte presuroso; ser por tener, pues nada tiene quien en poseer objetos su vida entretiene. Ama, puesto que amar es la desinteresada tarea de crear espacio para que el otro sea quien es. Ama, comparte y siente unido tu corazón al de aquel que el suyo puso en tus manos para sentir que el camino sirve para andarle juntos y de la mano.
Camina con tu estrella de la mano y deja que sea fugaz. No quieras apresar lo inapresable. La vida se vive, no se tiene, y se disfruta mientras pasa, sintiendo cada momento como único pues única es la vida que tú gozas. O la vives paso a paso y fugazmente, o te quedas en deseos y en nubes que cubren tu cielo y tus estrellas. No te dejes engañar por el inmovilismo de lo mejor que nunca llega. Vive tu fugacidad y tu momento blandiendo estrellas fugaces que hagan de tu cielo
firmamento.
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