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LA CANCIÓN DE LAS MÁQUINAS

Carlos Yusti


Slavko Zupcic es un narrador singular, nombre exótico aparte. Su estilo trabaja los personajes, las cosas y los animales desde el lenguaje. Al parecer le interesa el mundo real ( o ese que crea su imaginación) no como anécdota, sino como un renglón de frases y palabras bien construidas. Sus cuentos y novelas más que fijar un suceso determinado se preocupan por convertirse en una valija de vivencias, reales o imaginarias, y recuerdos que se unen para entretejer una historia sinuosa, a veces bizarra y otras poética, con un matiz solaz y dinamitado con mucho desdén e ironía. Esta técnica la utiliza con más fluidez y claridad en sus crónicas. Su libro Máquinas que cantan (ediciones del Ministerio de la Cultura), reúne 16 crónicas con una variada temática, cuestión que le permite al lector pasearse por un universo habitual, pero abundante en matices absurdos y risibles.

Las crónicas de Slavko combinan narración y ensayo con precisión mecánica, tienen algo de relojería oculta, un dejo de engranaje entre lo mundano y lo insólito, entre la cotidianidad de locura ordinaria y el absurdo tragicómico.

Otro aspecto a destacar de este libro Máquinas que cantan, es lenguaje cuidado y sobrio. En cada frase va describiendo el disparate ocurrente de la normalidad, la rudeza poética del día a día. Como es lógico en estas crónicas se condensa algo de mundología y lecturas, encuentros y desencuentros, recuerdos y un variado etcétera de amenidad y extrañeza.

Llama la atención el título y enseguida nos remite a las máquinas célibes que inventa Raymond Roussel en Impresiones de África o las máquinas fantásticas de Tinguely y por supuesto las máquinas solteras inventada por los surrealistas. No obstante la crónica de Slavko, y que da título al libro, hace referencia a las máquinas tragaperras (o traganíqueles) diseminadas en muchos sitios en España.

La crónica abre con un invento tan extraordinario como las tragaperras: Jusep Torres Campalans. A partir de ese nombre sonoro Slavko va construyendo frase a frase la crónica. Una noticia de un diario local que informa la muerte del propietario de un bar que solía finalizar las noches jugando en la máquinas de su local hasta que una explosión puso el punto final. Desde allí la crónica se deja ir, como sin querer, enumerando otros incidentes menores y otra noticia de la prensa que da cuenta de un asalto a un bar y de la desproporción que cometen dos jóvenes al desventrar las máquinas buscando el dinero que jamás entregan a los jugadores debido a que jamás ganan. La crónica termina con una máquina cuyo premio es la destemplada y aguerdentosa voz de Chavela Vargas.

Slavko es un espectador del espectáculo cotidiano, de ese circo barato que se cuela en la existencia y que muchos no percibimos. La mirada de Slavko se instala en alguna mesa de café, en barra del bar, en una barbería, en un remate de libros o en la calle para sacar partido de la realidad circundante y descubrirle su filón literario, una metáfora exigua que los poetas han dejado olvidado, o no la han visto por carecer de universalidad trascendente.

Así se toma el tiempo necesario para escribir sobre los remates de caballos. Tuve un amigo aficionado a los caballos y su vida era un ambiguo paraje de cifras, datos, combinaciones del azar y agudezas especulativas, pero todas circunscritas a ese universo de la apuesta hípica. Sin duda a él le habría divertido esta crónica que describe los pasos a seguir para montar el gran negocio: un remate de caballos. Slavko se pasea por las entrañas de la bestia con soltura y en son de sátira, al mejor estilo de Swift, va desgranando los intríngulis de la apuesta y de esa ludopatía que atenaza en sus garras a muchos apostadores hípicos. El final tiene un tono de acabada estética: "Quien ha pedido también puede volver a apostar para finalmente retirarse rumbo al baño luego de haberlo perdido todo: las manos en los bolsillos, los ojos vidriosos y una lentitud pasmosa y si se quiere melancólica: la marcha del perdedor".

Otras crónicas que valen pena son El no de las editoriales, Papillon´s way, el viaje secreto de Salvador Prasel, libros venezolanos en remates de Barcelona y la lección del aire. El valor intrínsico de estas crónicas reside en ese malabarismo creativo que emplea a fondo Slavko para realizar un retrato detallado de la existencia canibalizada por el absurdo, para narrar hechos que borran la realidad cuadriculada para dar paso a esa demencia caótica y con método que parece entronizada en la vida y de las que muy poca gente puede reírse. Slavko va recolectando minucias aquí y allá, migajas, material poético tachado para armar/construir un texto de partes móviles, una máquina textual (con un refinado toque de exquisitez) que ofrece una melodía particular, una música excepcional que sólo ese exquisito artefacto de la buena literatura es capaz de brindar.

 

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