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LA OLIMPIA DE MANET

Ana María Nemi G.


La Olimpia de Manet, pintada en 1863, es indiscutiblemente una de las obras más famosa de Manet. Admitida en el Salón de 1865, el escándalo desatado llevó al jurado a situarlo en un lugar menos visible, a pesar de lo cual la crítica atacó sin piedad tanto la "vulgaridad" del tema como la falta de modelado. Por el contrario recibió el apoyo y las felicitaciones de los jóvenes artistas que luego formarían el grupo de los "impresionistas".

El pintor representa una figura femenina, una prostituta, desnuda, tumbada sobre un diván, acompañada de su criada y de un gato negro.
Manet superpone, como si se tratara de planos recortados uno sobre otro, el acorde claro de la figura y la cama sobre el color verde y el marrón del fondo. 

Repite el juego en la criada negra y el ramo de flores. La modelo que posó para el artista fue Victorina Meurent, su modelo favorita. Su mirada desafiante, su postura y su desnudez transforman a la Venus de Urbino, de Tiziano, en una escena de burdel.

Se trata de una escena contemporánea inspirada en una poesía de Baudelaire dedicada a una cortesana. Para su Olimpia, Manet no necesitó de musas ni diosas como en el Renacimiento y el Barroco, ni refinamientos sutiles de línea ingresca, sino que representa el desnudo de una prostituta, una mujer de la vida contemporánea.

Manet sustituye en él a una diosa veneciana del amor y la belleza por una refinada prostituta parisina. Pero lo que realmente desconcertó a los críticos de la época es que Manet no la idealiza, y Olimpia no parece ni avergonzada ni insatisfecha con su trabajo. No es una figura exótica o pintoresca. Es una mujer de carne y hueso, presentada con una iluminación deslumbrante y frontal, sobre la que el pintor muestra un perturbador distanciamiento que no le permite moralizar sobre ella.

Bien es verdad que sus obras suscitaron escándalos de los más conocidos en la Historia del Arte, nunca de propuso ser un indómito, simplemente el mundo no estaba preparado para asumir un arte lleno de verdad como el suyo, una pintura en que la vida se presenta tal cual, sin adorno ni metáfora.

Manet es considerado el primero en romper de manera definitiva, con la tradición académica, sirviendo a los impresionistas como punto de referencia y estímulo, a pesar de que nunca se integró al grupo.

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