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LA AMISTAD DE UNAMUNO Y CLARIN

Francisco Arias Solis

"Cada hijo de mis días que pasaron
devoró al de la víspera;
de la muerte de hoy surge el mañana,
¡oh, mis yos, que finaron!
Y mi último yo, el de la muerte,
¿morirá sólo?"
Miguel de Unamuno.


UNA AMISTAD EPISTOLAR

La amistad de Clarín y Unamuno fue simplemente epistolar, pero muy honda y trascendente. La primera carta que Unamuno escribió a Clarín data del 28 de mayo de 1895. Tomando como pretexto la lectura de una de las reseñas de éste en la Revista Literaria, que habitualmente redactaba para El Imparcial, a la que a propósito de Nuñez de Arce hace una disquisición sobre el significado etimológico de la voz adolescencia, Unamuno, que en aquellos años se hallaba entregado a estudios de lingüística, luce sus conocimientos etimológicos ante el famoso crítico. "Como quiera que he dedicado gran parte de mi vida a estudiar lingüística –le escribe- y es mi oficio oficial explicar una de las lenguas clásicas en esta vieja Universidad, no he podido resistir el impacto de coger la pluma y dirigirle las procedentes observaciones. Siendo usted, como yo catedrático, lo comprenderá y no me lo tomará a pedantería". 

Tres días después, Unamuno le dirige otra carta, en la que reaparece la adolescencia que motivó la primera. Tras de proclamarse lector asiduo del crítico asturiano y subrayar como "la minucia de la adolescencia me ha proporcionado pretexto para entablar relaciones", le ofrece nuevos datos etimológicos sobre el vocablo. Unamuno acude a Clarín no sólo porque es un crítico eminente, sino porque le debe, a él o a sus escritos "indicaciones, puntos de vista, ideas". "Respeto mucho a toda persona –le dice-, y muy en especial a aquellas a las que debo algo, y a usted le debo mucho". 

Desde Bilbao, Unamuno, le dirige otra carta el 26 de junio de 1895, en la que dice a Clarín: "No sabe usted bien el placer que tengo al seguir estas relaciones. Era usted una de las personas con quién más vivamente deseaba comunicarme, pues he conversado más de una vez con sus escritos".

Todavía en 1895 vuelve a dirigirse a Clarín, el 2 de octubre, apenas regresa a Salamanca para iniciar el curso académico. "Estoy convencido –le dice- de que jamás me curaré del vicio de divagar y escribir cartas como Horacio odas, sin maroma lógica, dejándome llevar de la asociación de ideas".

En el año 1896 Unamuno le escribe dos cartas a Clarín. Y después se abre un paréntesis de más de tres años en el epistolario de Clarín y Unamuno. Y así llegamos a año 1900. En marzo el escritor vasco reanuda la comunicación epistolar con Clarín y en el mes de abril vuelve Unamuno a escribirle una carta, por cierto de gran interés, en la que revela su decidida preferencia por las formas populares y rechaza que se le tome por sabio. 

El 9 de mayo de 1900 dirigió Unamuno la carta más extensa de su epistolario. "Yo quiero ser su amigo", le dice en una ocasión, y "quiero que de esta carta salga una amistad", reitera al final de ella. Esta carta de Unamuno debió cruzarse con la de Clarín –cuatro letras en realidad, según aquél nos dice-, enviándole el recorte de El Imparcial con la reseña que hizo sobre el libro de Unamuno Tres ensayos, corregidas por cierto de su mano, las erratas. Porque al día siguiente, el 10 de mayo, volvía a escribirle Unamuno, acusándole recibo de su envío y refiriéndose de nuevo a su carta anterior. "¿Era la carta dura? No lo creo, la inspiró (créame o no) un verdadero cariño, un afecto mental que arranca de hace quince años lo menos". 

Parece que fue ésta la última comunicación epistolar entre Unamuno y Clarín. Después de la muerte de Clarín, ocurrida en 1901, reaparece su nombre frecuentemente en la obra de Unamuno. Para completar, en lo posible, este cuadro de la relación entre nuestros dos escritores, he aquí este pasaje unamuniano, públicamente dirigido a Luis Bello: "Y dice usted: ¿Será verdad que sólo los cerebrales pueden atreverse a llamar a las puertas de nuestro corazón?" ¿Cerebrales? ¿Cerebral Clarín? ¿Cerebral yo? Si supiera usted lo que molesta, hasta físicamente el corazón. Acaso mi corazón esté en el cerebro. Yo mismo he inventado para los médicos amigos que me hablan de mis aprensiones lo de disnea cerebral, y suelo decirles: Anoche sentía opresión del pecho en la cabeza. No; si hemos acertado algo de eso, es porque Clarín era, como yo, un yo". 

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