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LAS AMAZONAS DE FRAY GASPAR DE CARVAJAL

Ricardo Accurso

En la "Relación del nuevo descubrimiento del famoso Río Grande de las Amazonas" el cronista dominico fray Gaspar de Carvajal (nacido en Trujillo, Extremadura hacia 1504 y muerto en Lima ya longevo en 1584, o sea a los 80 años de edad), dedica dos apartados específicamente a la cuestión de las amazonas. Los mismos llevan por título "La buena tierra y señorío de las Amazonas" y "Noticias de las Amazonas". El primero abarca 8 páginas y el segundo, más breve, 4, siendo 79 la cantidad total de páginas de la obra. Hemos utilizado la edición de Fondo de Cultura Económica (Colección Biblioteca Americana) publicada en México hacia 1955 con introducción y notas a cargo de Jorge Hernández Millares. En su estudio previo enmarca históricamente la expedición de Francisco de Orellana y la crónica de Carvajal. El dominico acompañaba al conquistador español que pretendía unir la costa pacífica con la atlántica.

Los expedicionarios se topan con las supuestas amazonas el día de San Juan Bautista (14 de junio). Así lo narra Carvajal :

"De esta manera íbamos caminando, buscando algún apacible asiento para festejar y regocijar la fiesta del glorioso y bienaventurado San Juan Bautista, y quiso Dios que en doblando una punta que el río hacía, vimos la costa adelante muchos y muy grandes pueblos que estaban blanqueando. Aquí dimos de golpe en la buena tierra y señorío de las amazonas." (pág.95)

Los hombres de Orellana buscaban alimentos desesperadamente. En el primer tramo de la expedición, según Carvajal, los obtuvieron mediante medios pacíficos de las tribus con las cuales se encontraban. Luego, ya en el curso medio del Amazonas, la situación cambió. Los aborígenes asumieron una actitud belicosa frente a los extranjeros, que se maravillaban de la cantidad de núcleos urbanos que aparecían ante sus ojos. Este hecho resulta curioso, pues mientras que la expedición portuguesa de Pedro Alvarez Cabral (la primera que habría tocado costas brasileñas) apenas halla algunas aldeas y grandes cabañas (de acuerdo al testimonio de Américo Vespucio, que iba en esa expedición) en la fachada atlántica, los españoles descubren en pleno interior del Amazonas una especie de mundo urbano floreciente, un área salpicada de ciudades bien cuidadas, a las cuales los indios -según el cronista dominico- blanquean de manera frecuente. Expresa Laurette Sejourne, en su obra "Antiguas Culturas Precolombinas", que lo narrado por el religioso se verá confirmado cien años después por el teólogo Cristobal de Acuña, integrante de una seguna expedición a través del Amazonas. De esa manera, los dos cronistas mencionan la existencia de sociedades sólidamente estructuradas en el espacio comprendido entre el curso medio del gran río (a partir de la confluencia con el río Negro) hasta su desembocadura. Es decir, muy lejos de los territorios del imperio incaico. Estas sociedades presentan rasgos de vida urbana : alta densidad de población (hábitats concentrados), sistemas defensivos en torno a las ciudades, caminos amplios y numerosas plazas espaciosas, edificios públicos. Plantea Sejourne que según lo narrado por Carvajal el Amazonas se nos presenta como un río metropolitano.

Retomando el tema de las Amazonas, son vistas por vez primera, según Carvajal, aquel día de San Juan Bautista. Aparecen en plena batalla dirigiendo a una tribu que se había negado a suministrar alimentos a los españoles. Los indios no sólo se habían negado a suministrar víveres sino que se burlaban de los europeos y los hostigaban. Escribe Carvajal :
"allí abajo nos aguardaban (los indios) y allí nos habían de tomar a todos y llevarnos a las amazonas."

Es decir, los aborígenes querían capturar a los españoles y llevarlos ante las amazonas, de las cuales serían vasallos. Tras escapar de esta amenaza, los expedicionarios siguen navegando y se acercan a un poblado en procura de alimentos. Los españoles permanecían la mayor parte del tiempos en sus bergantines, alejados de la costa, para marcharse rápidamente ante el ataque de los indios. Desde ese pueblo los atacan con flechas. Responden con balletas y arcabuces. La lucha es encarnizada y uno de los flechazos hiere al cronista.

"Aquí estovimos en poco de nos perder todos, porque como había tantas flechas, nuestros compañeros tenían harto que hacer en se amparar de ellas sin poder remar, a causa de lo cual nos hicieron daño, que antes que saltásemos en tierra nos hirieron a cinco, de los cuales yo fui uno, que me dieron un flechazo por una ijada que me llegó a lo hueco, y si no fuera por los hábitos, alli quedara. Visto el peligro en que estábamos, comienza el capitán a animar y dar priesa a los de los remos que cabordasen, y ansí, aunque con trabajo llegamos a cabordar y nuestros compañeros se echaron al agua, que les daba a los pechos. Aquí fue muy peligrosa refriega, porque los indios andaban mezclados con nuestros españoles y se defendían tan animosamente que era cosa maravillosa de ver. Andúvose en esta pelea más de una hora, que los indios no perdían ánimo, antes parecía que de contínuo se les doblaba; aunque veían algunos de los suyos muertos y pasaban por encima de ellos, no hacían sino retraerse y tornar a volver." (pág.97)

Seguidamente, fray Gaspar de Carvajal brinda su explicación del por qué los indígenas se comportaron tan fieramente.

"Quiero que sepan cuál fue la causa por donde estos indios se defendían de tal manera. Han de saber que ellos son subjetos y tributarios a las amazonas y, sabida nuestra venida, vanle a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios, como por capitanes, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía, delante de nosotros le mataban a palos, y ésta es la causa por donde los indios se defendían tanto." (pág.97)

A continuación, el fraile describe de manera detallada a las amazonas, destacando su belleza y blancura además del intrépido valor y la destreza militar.

·"Estas mujeres son muy altas y blancas y tienen el cabello muy largo y entranzado y revuelto a la cabeza : son muy membrudas, andaban desnudas en cueros y atapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios, y en verdad que hobo muchas de éstas que metieron un palmo de flecha por uno de los bergantines y otras menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín." (págs.97-98)

Físicamente y por su carácter estas amazonas americanas parecen un calco de las mencionadas por los griegos. Carvajal cuenta que en la refriega los españoles mataron a siete u ocho amazonas, gracias a los cual menguó la belicosidad de los indios, que terminaron rindiéndose. Lamentablemente los españoles no pudieron tomar prisionera a ninguna amazona, lo cual hubiera permitido saber más sobre estas féminas diestras en el uso del arco y las flechas (como las del mito griego).

Temiendo la contraofensiva indígena, Orellana ordena una rauda retirada. Decisión oportuna, pues al poco tiempo se hacía presente en el lugar un fuerte contingente indígena apoyado por una flota de canoas que venían por el río.

A esa altura de los acontecimientos, los expedicionarios ya habían recorrido 1004 leguas. En esa población donde capturan al aborigen que interrogará Orellana y viajará con los españoles hasta la isla de Cubagua. 

"En este pueblo ya dicho se tomó un indio que era trompeta y andaba animando la gente, que sería de edad de hasta treinta años, el cual, en tomándole, comenzó a decir al capitán muchas cosas de la tierra adentro, y le llevaba consigo." (pág.98)

Es éste el aborigen que testimoniará sobre las amazonas, convirtiéndose en la principal fuente de información que tendrán los expedicionarios sobre las mismas. No obstante, parece bastante difícil que los españoles pudieran entender acabadamente la lengua del nativo. Además, la condición de cautivo torna aún más dudosas sus declaraciones, en el caso de que Orellana y los suyos le comprendieran. El indio, temeroso de su destino, probablemente asentiría a todo o buena parte de lo que le dirían los europeos. Así, formuladas las preguntas sobre las amazonas en base a la imagen mítica de origen griego, el indígena repetiría lo que le planteaban.

La expedición continúa su derrotero con el indígena prisionero -a quien los conquistadores pretenderían emplear como intérprete o lenguaraz en sus relaciones con las tribus amazónicas-, recibiendo la hostilidad de otras poblaciones. Se suceden las batallas y en una de ellas Carvajal recibe otra herida, de mayor consideración que la anterior, perdiendo un ojo.

"... y de todos en este pueblo nos hirieron sino a mí, que permitió Nuestro Señor que me diesen un flechazo por un ojo que me pasó la flecha al cogote, de la cual herida perdí un ojo y no estoy sin fatiga y falta de dolor, puesto que Nuestro Señor, sin yo merecerlo, me ha querido otorgar la vida para que me enmiende, y le sirva mejor que hasta aquí." (pág.99)

La pericia de Orellana, según Carvajal, salvó a la expedición del desastre, disponiendo una retirada organizada. Tras la descripción de esta encarnizada batalla, Carvajal menciona la abundancia de poblados presentes en la región y la calidad de los mismos.

"... no discrepaba un pueblo de otro distancia de media legua y menos en toda aquella banda del río de la mano diestra, que es a la banda del sur. Y aún más digo, que la tierra adentro, a dos leguas y más o menos parecían muy grandes cibdades que estaban blanqueando, y demás de esto es la tierra tan buena y tan fértil y tan al natural como la nuestra España..." (pág.100)

A esta región tan elogiada por su fertilidad, clima templado, variedad de frutos y fauna, los españoles la denominaron provincia de San Juan ("porque en su día entramos en ella"). Esta provincia, según Carvajal, tenía más de 150 leguas de costa plena de poblados ubicados muy próximos unos de otros.

En fecha inmediatamente posterior (25 de junio de 1541), los europeos se adentraron en unas islas que pensaban desiertas. La impresión resultó errónea.

"... pero después que nos hallamos en medio de ellas fueron tantas las poblaciones que en las dichas islas parecían y vimos, de que nos pesó, y como nos vieron salieron a nosotros al río sobre doscientas piraguas, que son que cada una trae 20 y 30 indios y algunas traen a 40 (de estas hobo muchas)..." (págs.101-102)

Nuevamente, españoles e indígenas se trabaron en feroz combate, debiendo los primeros alejarse del lugar sin obtener los preciados comestibles, generando así la alegría de los nativos. De esa manera terminan saliendo los expedicionarios de la provincia de San Juan, fértil y hermosa, pero hostil a sus requerimientos.

"... y siempre los indios nos fueron siguiendo hasta nos echar de esta provincia de San Joan, que, como he dicho, tiene 150 leguas, todas las cuales pasamos con mucho trabajo de hambre, dejada aparte la guerra, porque como era muy poblado no hobo lugar donde saltar en tierra." (pág.102)

La alta densidad de población y la hostilidad de los indígenas impidieron el adecuado abastecimiento de los españoles en esta región. Antes, por el contrario, se habían visto favorecidos por la actitud pacífica y la menor densidad poblacional de otra tribus, situadas en el Alto Amazonas. Estas habitaban poblados más pequeños y raleados que favorecían el accionar de los ibéricos.

Narrando la salida de la provincia bautizada San Juan o Joan, hostigados y soportando las burlas de los aborígenes, concluye este primer apartado de la crónica que menciona en su título a las amazonas, siendo no obstante muy pobre en datos sobre ellas.

A pesar de ser más breve en extensión, el segundo apartado que cita a estas mujeres guerreras en su título es mucho más fértil en noticias sobre elllas. Esta parte de la relación tiene como eje el testimonio del indio capturado. Orellana intenta sonsacarle datos sobre las tierras en las cuales se hallan.

"... el capitán tomó al indio que se había tomado arriba, porque ya lo entendía por un vocabulario que había hecho, y le preguntó que de dónde era natural, y el indio dijo que de aquel pueblo donde le habían tomado. El capitán le dijo que cómo se llamaba el señor de aquella tierra, y el indio respondió que se llamaba Quenyuc y que era muy gran señor y que señoreaba hasta dónde estábamos." (págs.103-4)

Seguidamente se ingresa de lleno en la cuestión de las amazonas. Orellana interroga al indio sobre el origen de esas mujeres que habían luchado contra ellos.

"... el indio dijo que eran unas mujeres que residían la tierra adentro cuatro o cinco jornadas de la costa del río, y que por este señor ya dicho, subjeto a ellas, habían venido a guardar la costa de nosotros. El capitán le tornó a preguntar que si estas muujeres eran casadas y tenían marido, el indio dijo que no ..." (pág.104)

Como las amazonas griegas, las americanas vivían alejadas de los hombres, aunque no tan próximas al río de acuerdo a lo expresado por el aborigen, quien las ubica a cuatro o cinco jornadas de la costa. El indio manifiesta que había visitado varias veces el reino de las amazonas, ubicado tierra adentro, cuando llevaba el tributo que su señor les entregaba. El reino de las amazonas era pródigo en poblados.

"El capitán preguntó que si estas mujeres eran muchas; el indio dijo que sí y que él sabía por nombre setenta pueblos y que en algunos había estado, y contólos delante de los que allí estábamos." (pág.104)

Luego, el cautivo describe las viviendas y los caminos del reino de las amazonas, en los cuales se cobraba peaje.

"El capitán le dijo que si estos pueblos eran de paja; el indio dijo que no, sino de piedra y con sus puertas, y que de un pueblo a otro iban caminos cercados de una parte y de otra y a trechos por ellos puertas donde estaban guardas para cobrar derechos de los que entran. El capitán le preguntó que si estos pueblos eran muy grandes, el indio dijo que sí." (pág.104)

Esta descripción se parece más a la de una sociedad andina que a una del mundo amazónico, sobre todo teniendo en cuenta el material con que estaban construidas las viviendas. Más adelante volveremos sobre el tema de las construcciones.

Retomando el tópico de la relación entre las amazonas y los hombres, Carvajal testimonia lo siguiente :

"Y el capitán le preguntó que si estas mujeres parían : él dijo que sí. Y el capitán dijo que cómo, no siendo casadas ni residiendo hombres entre ellas, se empreñaban : el indio respondió que estas mujeres participaban con hombres a ciertos tiempos y que cuando les viene aquella gana, de una cierta provincia que confina junto a ellas, de un muy gran señor, que son blancos, excepto que no tienen barbas, vienen a tener parte con ellas, y el capitán no pudo entender si venían a su voluntad o por guerra, y que están con ellas cierto tiempo y después se van. Las que quedan preñadas, si paren hijo dicen que lo matan o lo envían a sus padres, y si hembra que la crían con muy gran regocijo, y dicen que todas estas mujeres tienen una por señora principal a quien obedecen, que se llama Coroni (o Coñori)." (pág.105)

Lo transcripto es prácticamente un calco del mito griego. El pueblo con el cual las amazonas tienen trato sexual recuerda a los gargáreos y resulta sintomático que sus símiles americanos sean blancos (aunque sin barbas) y no comunes aborígenes. Aquí puede observarse una cierta jerarquización racial. Los indígenas de piel oscura no eran dignos de mantener relaciones sexuales con las blancas amazonas. 

También, como entre los griegos, las amazonas americanas tienen una organización política de tipo monárquico, respondiendo a la jefatura de una de ellas (de ahí la expresión "reino de las amazonas").

No podían faltar tampoco alusiones a la riqueza de las amazonas. Sin embargo, en el reino de las mismas se nota una cierta desigualdad económica de acuerdo a la posición social.

"Dice (el indígena prisionero) que hay muy grandísima riqueza de oro y que todas las señoras de manera y mujeres principales se sirven con ello y tienen sus vasijas grandes, y las demás mujeres solebeas (o plebeyas) se sirven en barro y palo..." (pág.105)

No menos interesante resulta la referencia a los lugares sagrados de estas mujeres, las llamadas "casas del sol" que recuerdan a los recintos religiosos incaicos. A diferencia del mito antiguo, las amazonas americanas estarían ligadas al culto solar y no al selenita (como lo indica una de las etimologías posibles de amazona). En esos recintos de lo sagrado se depositaban fabulosos tesoros.

"... dice que en la ciudad donde reside la dicha señora (la reina de las amazonas) hay cinco casas del sol a donde tienen sus ídolos de oro y de plata en figura de mujeres y muchas más vasijas que les tienen ofrecidas, y que estas casas, desde el cimiento hasta medio estado en alto, están planchadas de plata todas a la redonda y sus asentaderos, de la mesma plata, puestos junto a las planchas, a donde se sientan cuando van a hacer sus borracherías, y estos adoratorios y casas ya dichas llaman los indios 'carana' (o 'caranain') y 'ochisemomuna', que quiere decir casas del sol, y que los techos de estas casas están aforrados en plumas de papagayos y de guacamayas." (págs.105-6)

Resulta lógico que en una sociedad de mujeres los ídolos tengan figura femenina. Lamentablemente Orellana no parece haber solicitado al indígena mayores detalles sobre la religión de las amazonas. Por ejemplo, acerca de sus sacerdotisas y datos más concretos sobre el contenido y ritos de sus creencias. Más allá de registrar la existencia de las casas del sol y efectuar una somera descripción de las mismas, no hay mayor información sobre las prácticas religiosas de esas mujeres que tenían ídolos femeninos y se daban a libaciones rituales.

Respecto de la vestimenta, Carvajal informa -en base al testimonio del indio capturado- que las amazonas iban cubiertas de ropas confeccionadas con la lana de las "ovejas del Perú", es decir, de las llamas, y que todas andan con mucho oro encima. No obstante, cuando los españoles se enfrentaron con la docena de mujeres que dirigían a una tribu indígena, éstas apenas iban cubiertas con cueros. Sería lógico pensar que el lugar donde habitaban comunmente era de clima frío y próximo a la cordillera andina. Allí utilizarían sus ropas de lana. Cuando bajaban a las zonas selváticas cambiarían sus atuendos para adecuarse al clima.

Las amazonas llamaban al oro "paco" y a la plata "coya". Los españoles, obsesionados por los metales preciosos, no dejan de preguntar al aborigen sobre las riquezas de las amazonas. Hallar su reino y derrotarlas saciaría a la par la sed de tesoros y de mujeres hermosas. Es por ello que demandan a su prisionero sobre las características y ocupación del territorio habitado por tales mujeres. Veamos lo que escribe Carvajal en la parte final del apartado señalado.

"También, según entendimos, que hay (en el reino de las amazonas americanas) camellos y que hay otros animales que son muy grandes y que tienen una trompa y que de estos hay pocos. Dice que hay en esta tierra dos lagunas pequeñas de agua salada, de que hacen sal. Dice más, que tienen una orden que en puniéndose el sol, los indios que vienen a contratar y a traer sus tributos han de salir fuera de las cibdades y se van fuera, y que tienen a muchos señores a ellas subjetos, los nombres de los cuales son los siguientes : uno se llama Rapio, otro Yagnarestorono, y que estos todos son grandes señores y que también confinan con otros que tienen guerra, y que todo lo que ha dicho ha visto y sabe. Preguntósele que si era la tierra caliente donde vivían : dijo que no, sino seca, porque queman carbón por tener lejos la leña, y que hay mucha comida..." (págs. 106-7)

Uno de los últimos datos, el referido al uso del carbón porque están en un lugar donde escasea la leña, reafirma nuestra idea según la cual el reino de las amazonas americanas estaba fuera del mundo selvático y enclavado en una zona montañosa o próxima a las montañas. Este reino, de haber existido, habría dio una potencia regional ya que, según el cautivo, dominaba a varios pueblos indígenas. La superioridad de las blancas amazonas radicaría no sólo en sus poderío militar sino también en otros aspectos de su compleja organización social, reflejados en su vida urbana, construcciones, riqueza, abundancia de alimentos.

Carvajal expresa que la información del cautivo relativo a las amazonas ya la habían escuchado previamente de los indios pacíficos hallados en el Alto Amazonas (denominado también Marañón). Estos incluso habían aportados mayor cantidad de datos. Por ejemplo, se habían referido a los constructores de los edificios ocupados por las amazonas y a los labradores de sus campos. Desgraciadamente, Carvajal no entra en pormenores : "no lo pongo aquí por no alargar".

Para dar mayor veracidad a lo testimoniado por el indio prisionero, además de manifestar que su narración coincide con la de otros aborígenes, el fraile lo describe como una persona inteligente y de buen talante.

"Este indio era de edad de 30 años, de mucha razón y muy bueno y procuraba de saber muchas particularidades de nosotros." (pág.107)

Hasta aquí el relato de Carvajal relacionado con las supuestas amazonas que habitaban en las proximidades del río explorado por Orellana, al cual por esa razón denominaron Río Grande de las Amazonas. 

Nos resulta difícil separar las dos realidades : la objetiva (por llamarla de alguna manera) y la mental. Si bien resultan dudosos los testimonios del dominico extremeño no por eso debemos descalificarlos totalmente. Testimonios que hablan en primer lugar de los mismos expedicionarios, de su universo mental, de sus valores, ideas y pasiones. En segundo término, reflejan una realidad vista desde esa peculiar cosmovisión. Si bien testimonian lo que perciben y sienten ante una realidad desmesurada, también vuelcan sobre ella todo el mundo interior del cual son portadores.

Así, las amazonas probablemente eran una mezcla de mujeres guerreras -que combatían junto con los hombres de sus tribus y que ocupaban un lugar destacado en esas sociedades- con imágenes míticas (originidas en el mundo griego o, al menos, transmitidas por ellos) aportadas por los conquistadores y ecos remotos de las Vírgenes del Sol del mundo incaico (conocidad de manera más o menos precisa por los aborígenes amazónicos).

Por último, cabe destacar un par de contrastes entre la versión original del mito griego y su adaptación americana.

A diferencia de las amazonas griegas, las americanas no viven en un estadio cultural "primitivo". Por ejemplo, lejos de ignorar la agricultura (como sus pares del viejo mundo), las amazonas americanas poseen -según la relación de Carvajal- labrantíos que producen gran cantidad de alimentos.

Otra diferencia sustancial entre la versión original y la americana del mito radica en la función que cumplen dentro de cada contexto social. Para los griegos las amazonas constituían el polo opuesto de sus valores esenciales o fundantes, la representación del caos frente al orden que ellos encarnaban. Las amazonas eran el peligros siempre acechante del caos original, de su posible retorno. De allí la importancia de doblegarlas, pues su derrota constituía la reafirmación del cosmos, del principio a partir del cual habíase organizado el mundo según los griegos. Las amazonas americanas, en cambio, simbolizaban una de las tantas realidades fabulosas, especie de paraísos terrenales, que los conquistadores ibéricos anhelaban ganar para sí.


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