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CON BRUNO MUNARI, ENTRE EL ARTE Y EL DISEÑO
EN CLASES CON EL CREADOR DE LAS MAQUINAS INUTILES.


Carlos Zerpa

La eternitá é adesso e il infinito non ha esterno.
Bruno Munari

Con unas afiladas tijeras de color rojo llega a clases y al instante comienza a cortar dos cintas de papel del mismo tamaño, unas franjas de papel de 5 cm. de ancho por 30 cm. de largo c/u a las que luego les pega sus extremos para construir de esa manera dos círculos, dos anillos, dos cilindros. parece un acto de magia y no una clase de diseño, pero se trata del Maestro Bruno Munari en una de sus magistrales clases en el Instituto Politécnico de Diseño de Milán en Italia en el año de 1974. El primer anillo lo divide con la tijera por la mitad y lo convierte en dos nuevos anillos más delgados los cuales deja caer al piso, el otro anillo lo despega de sus puntas y haciéndole un giro lo retuerce para construir una figura geométrica en donde no existe ni el interno ni el externo; Munari ha fabricado la cinta de Moebius en la cual no hay una parte interior ni una parte exterior, ni afuera ni adentro.  El profesor Munari nos pregunta:   ¿Si corto la cinta por la mitad qué pasaría?  Y todos al unísono respondemos con seguridad que sin dudas se divide en dos nuevos anillos, tal cual como la primera cinta que dejo caer por tierra; pero NO, no se divide en dos sino que se hace mas larga, al cortarla por la mitad con las tijeras la cinta NO se divide sino que se hace mas larga. magia delante de nuestros propios ojos, increíble lo que hemos visto!!!. Bruno Munari cual prestidigitador nos hace un truco real sin trampas, sin juegos de manos. ¿y si ahora la corto de nuevo por la mitad, qué pasaría? Entonces, todos como idiotas respondemos: se hace mas larga profesor. pero NO, no se hace más larga sino que al cortarla por la mitad con sus tijeras, la cinta se convirtió en dos anillos que quedaban enlazados entre sí, como si fuesen eslabones de una cadena, fantástico, aplausos, increíble, magia purita, pensamos, aunque en verdad estemos presenciando un ejercicio de "TOPOLOGIA EXPERIMENTAL". él nos dice: las figuras geométricas son perfectas, para la geometría un cubo de plomo y uno de esponja son tan sólo dos cubos, son iguales si sus lados lo son también; pero para la topología NO lo son ya que ella estudia las transformaciones de los materiales unidos a la forma, un círculo está hecho no por una línea, sino por una cadenita a la cual se le puede cambiar la forma, puede transformarse a placer y hasta convertirse en un cuadrado y aun así seguiría teniendo el mismo valor tácito. Si tomamos un cubo de plomo y lo ponemos sobre una plancha de hierro caliente veremos como éste gradualmente se va convirtiendo en un circulo, en un disco plano lentamente se redondean los ángulos, la base se irá ensanchando e irá cambiando de forma, si lo dejamos enfriar este circulo tendrá medidas diferentes a las del cubo pero continuara teniendo el mismo valor; el experimento lógicamente no es reversible ya que si calentamos otra vez el círculo de plomo no se obtendrá de nuevo un cubo.

Munari fue diseñador gráfico, industrial, artesanal, diseñador visual, fue editor de muchísimos libros, escribió e hizo cientos de libros, fue un gran artista plástico, hizo juguetes, lámparas, camas, sillas y relojes, creó trabajos de figura-fondo, inventó los móviles y las máquinas inútiles.

Munari experimentó durante toda su vida con lo que le vino en gana, trasgrediendo muchas veces las "normas" del diseño ortodoxo. Una vez entró a una fábrica en donde se hacían medias de nylon porque quería que le fabricaran unas lámparas; al instante el dueño le dijo: nosotros no hacemos lámparas señor. Ya veran como sí las van a hacer les dijo Munari; y así fue pues fabricaron unas lámparas cilíndricas de nylon, con anillos y plegables que se podían guardar en una caja como las de las pizzas y al abrirlas se estiraban cuatro metros. Lámparas inspiradas en las de papel de arroz de Japón y ahora realizadas en Milán con medias de nylon.

Con el maestro Bruno Munari tuve una estrecha cercanía espiritual, él aparte de ser mi profesor, fue además mi tutor, mi maestro y mi amigo, siempre estuve en clases, en el cafetín, en el metro y en su casa pendiente de atrapar en el aire cualquier enseñanza, frase o comentario que él emitiera; él me enseñó que existía la Topología y además que viera a las naranjas, las rosas y los guisantes de una manera diferente; con él entendimos en clases que las fotocopiadoras podían ser un estupendo medio de expresión artística, nos enseñó a trabajar con el decollage, a quemar los fotogramas, a coser sobre las películas, a utilizar la luz polarizada, a trabajar con películas súper 8 y 16 Mm. intervenidas, nos explicó como resolver rápidamente y con lo que tuviéramos a la mano muchos problemas del diseño, a trabajar con diapositivas de proyección directa utilizando en vez de fotogramas: alas de libélulas, lenguas de mariposas, pétalos de rosa o alfileres y además afinó de tal manera nuestra visión para así poder ver formas en las manchas, en las hojas, en el humo y en las nubes. Nos agudizó la vista para ver arte en la basura y abrió nuestros oídos para escuchar música en el ruido. Gracias al maestro Bruno Munari comencé a hacer Performance art, cine experimental, instalaciones, diseño integral y ensamblajes, en verdad le agradezco tanto a él que podría escribir hojas y hojas contando sus enseñanzas y muchas de sus anécdotas.

El Maestro Munari llegaba al instituto y nos enseñaba como hacer un embalaje y los principios del empaquetamiento, y para esto llegaba a su clase con una naranja en su mano derecha diciéndonos: ¿Se puede establecer un paralelo entre los objetos proyectados por el diseñador y los producidos por la naturaleza? ¿Qué es la cáscara de una fruta si no el embalaje? En el caso de la naranja nos encontramos con un objeto perfecto, en el que se encuentra la absoluta coherencia entre su forma esférica, su función y su consumo; la textura porosa la hace antirresbaladiza y agradable al tacto, también el color es exacto pues de ser azul tendría en verdad un tono equivocado. El maestro continuó su clase desglosando y describiendo cada gajo y cada diminuto contenedor de jugo, habló de cada elemento y lo describió con precisión como si se tratara de un embalaje industrial. Luego sacó un huevo e hizo lo mismo, después un coco, un plátano, una vaina de guisantes y una rosa y de cada objeto habló maravillas; gracias a Dios que de todas estas clases quedan los testimonios escritos en sus libros, para que todos los amantes del diseño y las generaciones futuras puedan aproximarse a sus enseñanzas.

Una tarde en clase nos hablaba de un experimento realizado por él mismo junto a unos psicólogos para comprobar cuál era el color adecuado para ponerle a una caja de jabón en polvo, dicho experimento consistió en lo siguiente: Se hicieron tres confecciones de cajas pero las tres del mismo tamaño y material; la primera se pintó de amarillo, la segunda de azul y la tercera de amarillo con azul. Se le dieron las tres cajas a un grupo de personas para que lavaran unos pañuelos con ellas, el público encuestado declaró por unanimidad que el jabón de la caja amarilla era en verdad muy corrosivo y que le había hecho daño en las manos, opinaron que el de la caja de color azul era muy suave, en verdad muy débil, pero que el detergente en polvo de la caja amarilla y azul tenia el equilibrio perfecto y por eso todos votaron por el polvo de lavar de la caja amarilla y azul.

En realidad nos comentaba Munari, las tres cajas contenían el mismo detergente, el mismo polvo para lavar. Esto era causado por un hábil manejo de la publicidad y del color, sin dudas una obra de los persuasores ocultos, Munari se reía y nos hacia reír a todos en clase.. Desde ese día comenzamos a ver los productos en el mercado más allá de sus etiquetas y color.

Todas las formas encierran una belleza, siempre detrás de una forma existe otra forma oculta que sólo podemos ver si abrimos más los ojos, si afinamos la visión; Leonardo Da Vinci veía árboles, caseríos, países, batallas y muchas otras imágenes que encontraba en las manchas de humedad en las viejas paredes; Shakespeare veía dragones y personajes en las formas de las nubes. Hay quienes sólo ven manchas en las manchas de la pared y nubes en las nubes; nosotros que somos diseñadores no nos podemos conformar con una visión a medias, necesitamos tener una nueva manera de mirar, un mirar total. La figura se puede convertir en fondo y el fondo se puede convertir en figura. ¿Todo está en nuestras cabezas?.

Luego él me miró a los ojos me dio una palmadita en el hombro y me dijo: -Caro Carlos, animo dalla tigre farfalla- No soy el único en deuda eterna con él, pues son muchísimos los diseñadores visuales e industriales alrededor del mundo que pasaron por las manos y las enseñanzas del maestro; pero a cada uno le corresponderá a su manera la tarea de manifestarle su completo agradecimiento. Por mi parte intento trasmitirle a mis alumnos esas enseñanzas e infundirles el espíritu de Munari, para que se enfrenten al diseño desde una óptica humana, para que acepten el diseño como un instrumento para mejorar la calidad de la vida; se que éste es el caso de mis colegas y excompañeros de aula en Italia, quienes hoy en día son unos excelentes y reconocidos diseñadores y quienes comparten conmigo la admiración por quien dirigiera nuestros primeros pasos: Xavier Bermúdez, Álvaro Espinoza, Gonzalo Alarcón, Joel Olivares y Ricardo Pérez. 

De nuevo le doy las gracias a mi amigo y profesor Bruno Munari quien en forma sabia me enseñó la relación Arte-Vida y me aproximó al camino del Zen, mil gracias al Maestro que me dio la libertad de ser lo que soy y que aún hoy en día me acompaña en espíritu.

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