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CUATRO ABSURDOS Y UN EPILOGO

Ricardo Gallardo

 

Absurdo I

Quizás el espacio de observación a través de una ventana sea muy amplio y por lo tanto nos conformaremos con mirar por el diminuto agujero de una pequeña cerradura ¿Y qué podemos ver? Un mundo inmenso y pequeño a la vez, poblado de seres, vegetación, mares y cielo.
Seres que no se entienden entre ellos, que orgullosamente crean máquinas y más máquinas, supuestamente para vivir en un mundo superlativo, donde con la simpleza de apretar alguna perilla ordenadora se sentarán en sillones más mullidos, gustarán comida sintética preparada meses antes, se vestirán con ropas modernas y escucharán música no ejecutada por músicos en instrumentos tradicionales, muy plácida ella. Entonces seremos personas muy bellas y todas idénticas, aporte de la clonación, perteneceremos a una raza muy superior, sin necesidad de poseer cerebro, total éste tan sólo sirve para pensar.


Massenet: Meditación II,
Ricardo Gallardo

Cambiaremos las partes del cuerpo que no nos agraden y poseeremos la silueta, el rostro, la imagen, el andar, la altura y el peso correspondiente a los seres excelsos, nuestros amados ídolos.  Estaremos rodeados de los más bellos edificios, cada vez más elevados y estaremos tocando el cielo con las manos, bueno, no precisamente con las manos, pues estas estarán cubiertas con algún material no contaminante; y las comidas ¡qué sabrosas!   Aunque eso sí, serán al paso para no perder el valioso tiempo-dinero en ello.   Los millones de cápsulas entre las que privilegiadamente podremos elegir ya nos hacen evaporar mucho tiempo, pero la computadora indicará la dieta con la pastilla adecuada para cada día.

Absurdo II

Ahora... pensándolo bien, me estoy aburriendo un poco en esta pista de patinaje espacial, donde hemos venido a vivir los "seres del futuro", en donde todos damos vueltas y más vueltas sin interrumpir el orden establecido y así utilizar este espacio de la manera más saludable.
Somos inmortales y poderosos, sin embargo, a veces, creo que quizás están mejor aquellos absurdos miserables que dejamos en la tierra.

Absurdo III

Mirando por la espaciosa ventana, observo un mundo lleno de árboles, pájaros, animales, montañas, mares, campos, muchos campos, desiertos, taperas, palacios, un grupo de poderosos y una multitud de hambrientos, en fin, un mundo de desdichados.
Los esclavos recluidos dentro de un corral alambrado, y demás sufrientes empujados hacia el acantilado, gritan, aúllan, aunque no tienen voz ni garganta, sólo lágrimas para crear nuevos ríos de aguas muy dolidas.
El gran poderoso, inunda la atmósfera con su inflador de gases mortíferos, navega por ríos y mares con sus poderosas flotas, enarbolando bien alto la bandera con la calavera y las dos tibias.
El desdichado gran poderoso, no soporta a otros desdichados también muy poderosos, por lo tanto les envía a cada uno una réplica del inmortal Caballo de Troya, cargado en su interior con bombones rellenos de falsa paz y falso amor.

Absurdo IV

Atravesando los mares pintados de negro brea y los desiertos que se estrechan las manos con otros desiertos, podemos llegar por fin al único museo donde se exhibe una rareza del pasado, el aire puro envuelto en una bolsita de nylon.
Mientras tanto, guitarra en mano y, con un ramillete de marchitas margaritas en la oreja, sentados en el cráter de un volcán en erupción, secan sus lágrimas la Poesía y el Amor, contemplando a los desdichados del mundo y a los inmortales de la pista de patinaje espacial.

Epílogo
Cuando ya era de noche muy noche, montado en una nube, pasó un loco rematado color verde esperanza, que remontando un barrilete de sueños, susurraba lo siguiente:

Si podemos ver el pimpollo que se asoma pretendiendo ser flor 
con los pétalos iluminados por un fulgurante rayo de sol, 
si vemos el paso de las nubes acariciadas por el viento, 
cambiando en multiformes figuras de caballos alados, 
si percibimos la ternura de una madre al acariciar a sus hijos, 
si sentimos el calor del hogar, al regreso de una agotadora jornada, 
si vemos la ansiedad de nuestra esposa esperándonos con un beso, 
si notamos la alegría de un abuelo al darle nuestro afecto, 
si en cada aurora observamos como se tiñe el cielo de rojizos colores,
si nuestra alma se ensancha al oir el canto de los pájaros
saludando al nuevo día, 
si contemplamos la blanca luna que en silencio 
baña de plateada luz el largo sendero del caminante.
Si acariciamos los blancos cabellos de nuestra madre, 
si besamos con amor sus mejillas 
surcadas por las arrugas de los tiempos,
si soñamos a través de una bella música, 
escrita por un artista desvelado, 
si percibimos el trémulo rumor de las hojas,
abrazadas al viejo árbol, sacudido por el viento.
Si vemos la sonrisa del cielo salpicado por el destello
de millones de estrellas, 
si escuchamos el arrullo de la lluvia,
que posa sus gotas sobre el cristal espiando nuestra soledad.
Si vemos la crisálida, 
convertirse en mariposa de colores imposibles, 
llevando en sus alas la fantasía creadora
de nuestras utopías...
¡Si sentimos, si anhelamos, si amamos!... 
Habremos visto sonreír a Dios.

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