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NUESTRO NIÑO INTERNO

Susana Weingast

 

Muchas personas dicen que el arte actual es incomprensible. Esto surge de la comparación del arte llamado clásico que es evidente y de fácil comprensión, porque recurren a pautas de representación y de reconocimiento de los objetos, y lo que nos quiere narrar su autor.

Sin embargo, la mayor parte de las obras que conservamos en los museos de arte clásico son literalmente herméticas para el hombre moderno, siendo capaces tan sólo los historiadores y eruditos de encontrarles sentido. 

Es mucho más fácil entender una obra que entra por los sentidos a otra que aunque sea clásica, está narrando un hecho mitológico, o un retrato histórico, el cual muchas veces no conocemos, aunque digamos que nos es más fácil entenderlo.

Desconocemos el repertorio simbólico, mítico y religioso que permitiría que esas imágenes fueran algo más que cuerpos y colores.

Al arte del pasado se lo podría llamar más comprensible, porque nos da los objetos bien reconocibles a la vista y el arte actual al abstraer o geometrizar hace que el espectador no reconozca el objeto y sólo vea caos y tempestades. 

El arte del siglo XX evolucionó, hacia una creciente abstracción, abandonando cualquier tipo de referencia de tipo realista.

Esa tendencia a abandonar la inmediatez del objeto, también acontece en el campo de la poesía o en la música, donde lo melódico es descompuesto con crudeza a partir de la música atonal.

Muchas obras, desde la vanguardia, las propuestas actuales, buscan provocar el estupor y acentúan la ilegibilidad, mientras que son también muchísimas las que establecen una relación comunicativa de gran claridad.

Algunas obras modernas incluyen una importante codificación teórica o textual o de color a partir de la que pueden desentrañarse imágenes. 

Hoy en día, el poder leer el arte moderno pasa por pautas absolutamente personales.

En la modernidad hay una constante defensa de la creatividad infantil. Esta demuestra espontaneidad, libertad absoluta, ya que el niño es libre.

"Todo hombre es un artista", y en especial un niño y habitualmente lo es hasta que el proceso cultural obliga a su mente a tomar el camino intelectual a partir de las condiciones, que le imponen sus mayores.

Existen muchas técnicas que consisten en la libertad de arrojar materiales sobre un trabajo. 

El Siglo XX, con todas sus corrientes pictóricas y todas sus tendencias innovadoras y asombrantes, nos muestra cómo desde el niño al hombre, con libertad de acción, se realiza tanto en pintura, dibujo, escultura, lo que es inherente al hombre mismo; su libertad.

No aferrarse a la imagen externa cuando no se la necesita, sólo aplicarla en el plano cuando es realmente necesaria para el autor.

En lo referente al arte, siempre es mejor dejar salir al niño que todos llevamos dentro.

© 2000 Susana Weingast

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