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LOS ALMOGAVARES EN BIZANCIO

Raphaël Marí Caselles

 

Constantinopla recibió con gran regocijo a Roger de Flor y los suyos, otorgándosele incluso la mano de una sobrina del emperador, hija del emperador de Lantzara. Asimismo, le fue concedido el título de Megaduque del Imperio.

Ya en la primera noche de bodas surgió la primera discusión entre comerciantes genoveses de la propia capital y algún que otro soldado catalán, lo cual finalizó con una reyerta en la que perdieron la vida unos tres mil genoveses. Roger de Flor demostró su autoridad frente al emperador al frenar la pelea y la matanza él mismo, delante de todos los presentes.

En Asia Menor acabó exitosamente la primera misión, con la derrota de los turcos en la península de Artaqui, con un número aproximado de bajas que se cifró en trece mil, y ganando para sí un importante botín. La gran fama que fue adquiriendo provocó la enemistad de los genoveses y del hijo del emperador, xor Migueli (Miguel IX Paleólogo). Después de cruentos días de hambruna, se continuó el avance hacia Anatolia, habiendo ya reforzado su ejército con varios contingentes griegos y 16.000 alanos al mando de su jefe Girgón. Tuvieron que pasar el invierno en Artaqui, en donde tuvieron lugar importantes altercados y mucha tensión por abusos de los catalanes, provocando la deserción de Fernando Ximénez de Arenós. Sin embargo, los desórdenes continuaron, desertando en lucha los alanos.

“ … La férrea afilada punta
de alfanje o duro lanzón.
Miembros palpitantes forman
Charcas de sangre en redor
De cuerpos yertos, tendidos
Del campo en luenga extensión.
En medio del rudo combate,
Como un rayo vengador
Abriendo mortales huellas,
Allá va Roger de Flor.
De pronto, revuelve airado
Al centro de su legión:
“Almogávares! Exclama,
¿olvidáis que es de Aragón
la bandera que flotando
lleváis al viento…y honor
antes de morir, que arrollada
verla, por nuestro baldón?…
¡Desperta ferro!…”

LOS ALMOGAVARES derrotaron también a las tribus Sesa y Tin (ocho mil a caballo y doce mil a pie) durante la primavera de 1304. Ocuparon Filadelfia, Magnesia, Tira y Efeso, arrojando de esas tierras a los turcos. Durante este tiempo de grandes luchas, llegó el gran refuerzo que era Bernard de Rocafort con sus tropas, reuniéndose con quienes permanecían en la zona y así, se dirigieron a Efeso, avanzando hasta la Puerta de Hierro fronteriza con Armenia.

Días de fama y prestigio aguardaban a Berenguer de Entença, que fue nombrado Megaduque, así como a Roger de Flor que le fue otorgado el título de César del Imperio (llevaban más de 400 años sin nombrar un César). Como complemento, el emperador les adjudicó las posesiones de Anatolia y Romanía. De esta forma, la situación se hizo día a día más insostenible, durante 1304, con el hijo del emperador.

Afincados momentáneamente en Gallípoli, Roger de Flor, con la arrogancia que le caracterizaba, no quiso marchar hacia sus nuevas tierras sin despedirse del emperador. Tenía en contra a la familia y vasallos. Pese a todo, quiso correr el riesgo, y dejó al frente a Rocafort y Entença. En un principio, el emperador lo recibió correctamente, saliendo a su encuentro en Adrianópolis. El jefe de la Compañía llegó con 300 hombres a caballo y unos 1000 a pie. Todo transcurría de forma tranquila, incluso el emperador le había invitado a una espléndida cena, pero esa cena se convertiría en la tumba del gran César. Allí se vió sorprendido Roger de Flor y sus acompañantes, entrando el jefe alano Girgón y más turcoples y asesinándolos a todos.

Este fue el principio del fin, la Compañía y los nuevos jefes de la misma fueron sorprendidos en Gallípoli al ser atacados. A partir de entonces, Berenguer de Entença fue preparando su venganza y contraataque, y quiso ir a Constantinopla con sus galeras, siendo el mar la única via libre en aquellos momentos. No se sabe si fue en un intento de reto o de acuerdo, pero lo cierto es que el almirante Fernando de Aunós y un grupo de catalanes fueron asesinados. Había muerto Roger de Flor, y sus hombres fuertes iban cayendo poco a poco.

Heraclea fue sitiada y saqueada por Berenguer de Entença, pero al regreso a Gallípoli se encontraron con 18 galeras genovesas que se hicieron con el jefe almogávar, siendo apresado y conducido a Constantinopla. Este fue el precio de la maniobra contundente del emperador, y de la división de los hombres fuertes de Roger de Flor.

Tan sólo quedaban en Gallípoli algo más de 200 hombres a caballo y 1250 de a pie. Fueron propuestas dos soluciones: ir a la isla de Meteli (de donde se podía salir embarcando) o la de presentar batalla al emperador. Esta segunda propuesta fue la elegida, y parece que eligieron bien, ya que consiguieron resistir y llevar a la derrota a los bizantinos.

Dejaron cien hombres en el castillo y pensaron atacar con el resto, pero el resultado fue que fueron derrotadas las huestes de xor Migueli. El avance recobró nuevos bríos, sitiando Redistró, saqueando Panido y obteniendo una victoria sobre los alanos.

Se unieron a la Compañía Xamelic y los turcos de Anatolia, y cuando fue liberado Entença de las cárceles genovesas por el rey de Aragón, embarcó hacia Galípolis con más hombres de refuerzo.

Hay que hacer mención especial de la ayuda del emperador, consistente en tropas y al infante Fernando como nuevo Señor. Esta nueva presencia agravó mucho más las luchas internas de la Compañía; esto duró poco, ya que al fallecimiento de Berenguer de Entença, se benefició el de Rocafort.

Fue a partir de entonces cuando el declive se hizo más evidente: Se intentó poner al frente al infante en nombre del rey de Sicilia, en tanto que Bernard de Rocafort intentaba pactar con el objeto de conseguir el trono bizantino con los Valois, poniéndose al frente de Thibaut de Cepoy de las tropas ALMOGAVARES. Pero las cosas se precipitaron y se pusieron en su contra: En la toma de Salónica fue víctima de un motín en su contingente, siendo mandado ante Roberto de Nápoles, quien le condenó a morir emparedado. Ya en 1310, LOS ALMOGAVARES, pasaron al servicio del duque de Atenas.

“…Este (el de la Flor) a tratar de la nueva
campaña al punto marchó
a Andrinópolis, do estaba
con su cohorte el traidor
Príncipe Miguel, que regia
Pompa ante él desplegó.
Disponiendo su regreso
Al campamento español
Se hallaba, cuando a un banquete
Espléndido le invitó
El príncipe…que medita
¡quién sabe! Alguna traición.
Comienzan brindis: se ensalzan
con entusiasmo el valor,
la patria, el númen, la gloria,
de los guerreros la unión;
y entre los vítores se acerca
del festín la conclusión.
Es la señal, recio estruendo                                   
Escúchase…cual la voz
Del ronco trueno…y avanza
Grande, infame legión
De asesinos, que sus hierros
Clavan en Roger de Flor.
¡Oh! Allí, sobre la tierra impura,
sangre hirviente derramó,
que un hondo y triste gemido
del corazón le arrancó.
Tendió la mirada al cielo…
Exhalando ¡ay! Con dolor
Su último suspiro a España
Y su pensamiento a Dios…”


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