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EXTRACTOS Y COMENTARIOS DE UNA CARTA DE
Freud a Einstein fechada en Viena, septiembre de 1932

Horacio Destaillats

Que Albert Einstein, pacifista convencido y reconocido, sea el autor de la teoría que desembocó en el desarrollo de la energía nuclear, y – peor aún – que el propio sabio haya sido quien entrevistó al Presidente F.D. Roosvelt para explicarle y convencerlo de la posibilidad de crear un arma basada en ello, no deja de ser un contrasentido difícil de explicar y digerir.

La carta que Sigmund Freud dirigió a Einstein en setiembre de 1932 en respuesta a las inquietudes pacifistas que éste le manifestara (quizás motivadas por la aparición amenazante del nazismo) es un modelo de enfoque lúcido del problema planteado: Qué podría hacerse para evitar a los hombres el destino de la guerra? esta era la cuestión.

Menuda pregunta... Obligó a Freud a remontarse al tema de la relación entre el derecho y el poder y corregir el término "poder" reemplazándolo por el más explícito de "fuerza", generalizarlo para todo el reino animal – sin excluir al homo sapiens – y llegar así a la conclusión obvia pero que conviene tener presente, de que es en el uso de la fuerza donde se basa desde un principio la dominación del prójimo, su subyugación, el éxito de los dominadores. Pero también a que la unión de muchos débiles contra pocos fuertes sería el único factor equilibrante.

Se remonta en su búsqueda de explicaciones a los Romanos y a su fuerza basada en la organización y también en la tendencia expansiva de los reyes franceses y a un reconocimiento de cómo en esos y otros casos se terminó por entrar en una organización necesariamente basada en el establecimiento de leyes, de un derecho perfectible. O sea: como se llegó al derecho por el camino de la fuerza.

Como consecuencia de este pensamiento que no deja de tener su lado curioso, Freud opina que "Solo es posible impedir con seguridad las guerras si los hombres se ponen de acuerdo en establecer un Poder Central al cual se le conferiría la solución de todos los conflictos de intereses" (SIC)

Eran épocas en que funcionaba de forma imperfecta pero esperanzada la Liga de las Naciones, creada tras la primera guerra Mundial (1914 – 1918) . Esta Institución no tuvo poderío autónomo y el autor de la epístola resalta esta circunstancia como causa de su fracaso: No tuvo poder porque no tuvo fuerza que lo sustente.

Analiza luego de forma un tanto distante el fenómeno bolchevique tal como se veía en el momento: " ...parece que la tentativa de sustituir el poderío real por el poderío de las ideas está condenada por el momento al fracaso." y predice terribles guerras si se pretende alcanzarlo por esa vía. Reitera que "el derecho fue originalmente fuerza bruta y aún no puede desvincularse del uso de la fuerza."

Pasaron setenta años desde aquella carta tan lúcida. Qué panorama tenemos a la vista? Acaso no se sigue imponiendo el derecho de quienes disponen de los mejores misiles, de los portaaviones más poderosos, de las armas atómicas ?

Einstein también comentaba en su correspondencia lo asombroso que le resultaba comprobar la facilidad con que se entusiasma a los hombres con la guerra. La respuesta de Freud rompe esa cierta ingenuidad con que el físico sabio planteaba su comprobación al respecto. Se sumerge en teorías hondamente exploradas y comprobadas sobre el instinto del odio y la destrucción y la oposición con el amor que un tanto didácticamente compara con "la atracción y la repulsión, que desempeñan un papel tan importante en el terreno de su ciencia "

Se explaya con amplitud sobre las interpretaciones de este hecho y sobre los mecanismos explicativos de los mismos y llega a una conclusión bastante pesimista:

"...de lo que antecede derivamos para nuestros fines inmediatos la conclusión de que serán inútiles los propósitos para eliminar las tendencias agresivas del hombre..."

Los argentinos tuvimos una experiencia directa reciente. Cuando ocurrió la absurda guerra de Malvinas, apareció ese espíritu impensable de aceptación entusiasta, deportiva, irracional que Einstein había percibido en 1932 y que tanto lo alarmaba.

Freud se dirige a su corresponsal con respeto. "...temo abusar de su interés, embargado por la prevención de la guerra..." le dice, entrando en ciertas explicaciones laberínticas aunque siempre claras sobre la naturaleza humana y sus instintos. Deriva hacia la autoridad emanada de la fuerza y la división de la Sociedad en dirigentes y dirigidos y concluye con un alegato en pro de lo que llamaba y seguimos llamando Civilización, sin que el aspecto semántico del término esté lo bastante precisado. Concluye sin embargo con términos auspiciosos: "todo lo que impulse la evolución cultural obra en contra de la guerra" , lo que me recuerda algo así como la contrapartida de ese concepto:

"Cuando oigo la palabra Kultura , echo mano a mi pistola" (Goering)

Este intercambio epistolar entre esos dos gigantes del pensamiento lleva a pensar en cual habrá sido la incidencia que los conceptos expuestos por Freud habrán tenido sobre la actitud de Einstein.

Qué habrá pasado por su mente privilegiada cuando impulsado por circunstancias extremas usó de su prestigio para impulsar la monstruosidad de Hiroshima?

 

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