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LOS ALMOGAVARES Y 
LA POSTERIOR CONQUISTA DE GRECIA

Raphaël Marí Caselles

Al finalizar las hostilidades en Nápoles (1302-Tratado de Caltabellota) y el correspondiente abandono de Sicilia, nuevamente la guerra se trasladó a otro lugar, esta vez contra Castilla, en donde cayó el almirante don Pedro en el sitio de León. Dejamos pues el relato en tierras de Castilla y León, y nos trasladamos hacia donde los ALMOGAVARES lo hicieron.

La aventura de Constantinopla fue la auténtica piedra de toque y la consagración de los ALMOGAVARES allí. Fue ahí donde resaltó una especial figura, la de Roger de Flor, cuya historia fue la misma que la de los ALMOGAVARES hasta su fallecimiento.

Roger de Flor –o Ricardo Blume-, nació en Brindisi, su padre fue halconero real del emperador alemán Federico II y su madre, hija de un hombre pudiente de la localidad portuaria de Brindisi, en Italia. Cuando contaba un solo año, su padre murió combatiendo a favor de Conradino en su lucha contra Carlos de Anjou. Hay que decir que Brindisi, como puerto de mar, tenía un importante tráfico de barcos (tanto de peregrinos a Acre, como de distintos alimentos como trigo, aceite o vino) y por consiguiente, hubo influencias de órdenes militares. Cuando tenía 15 años, fue acogido en el seno de la familia de Vassall, un hermano-sargento de la Orden del Temple, entrando así a su servicio.

Con su peculiar habilidad se hizo pronto con los barcos templarios por el Mediterráneo, siendo entonces nombrado por el Maestro de la Orden, y encomendándole la mejor de las naves, el “Halcón”, de procedencia genovesa.

Surcando con su nave hizo grandes obras, lo mismo por el Mediterráneo como por Asia Menor, participó de forma activa, en 1291 en la evacuación de Acre cuando fue sitiada por los sarracenos, ganando así un importante botín, aportando una gran parte del mismo al Temple. Una vez pasada la tempestad, a Roger de Flor le acusaron, ante el Maestre, de haberse apropiado una cantidad mucho más importante, razón por la cual tuvo que huir con rapidez por la orden que había contra él de busca y captura. Dejó abandonada su nave en Marsella y se dirigió a Génova, en donde se enroló en “La Oliveta”. Ofreció sus servicios para la guerra en Carnia, pero fue denostado y finalmente, acogido por el rey Federico, con la misión de apresar navíos del rey Carlos, viendo incrementado su destacamento con cuatro galeras más.

De esta manera fue creciendo en experiencia y en posesiones, haciéndose con 50 caballerías y escuderos catalano-aragoneses, además de las recompensas del rey y la valiosa ayuda y amistad de don Blasco y Guillermo Galcerán , así como la de Berenguer de Entença. Por otro lado, fue nombrado vicealmirante de Sicilia, con los castillos de Trip y Licarta, y diversas rentas en Malta.

Como aventurero que era, no podía permanecer quieto mucho tiempo, dejando al frente a don Berenguer de Montreig y al micer Roger de la Mancina. Así pues, se dedicó a rastrear toda la costa mediterránea occidental con tan solo 5 galeras y un leño armado, consiguiendo botines y fama en abundancia. Hay que destacar la gran importancia que jugó la estrategia que utilizaba en los sueldos, pagando de seis en seis meses a sus soldados, por adelantado, medida que favoreció la lealtad, evitando asimismo los motines. Uno de sus principales objetivos fue el sitio de Messina, junto al rey, más de 100 galeras. 700 hombres a caballo y 2000 ALMOGAVARES. Una vez estuvo la situación al rojo vivo, el rey Carlos respondió con galeras y 4000 caballeros que fueron mandados a Nápoles.

Todo ello llegó al fin con los Acuerdos de Anagni y Caltabellota en 1302, reconociendo el rey francés la soberanía aragonesa sobre Córcega y Cerdeña, y el vasallaje del Reino de Mallorca, en tanto que Sicilia quedaba en manos de Federico II (hermano de Jaime II), que casó con Leonor, hija del rey Carlos.

Con esta casi definitiva paz, los ALMOGAVARES se quedaron sin medios de trabajo, volviendo a correr peligro Roger de Flor, teniendo en cuenta que entonces, Anjou fue aliado, haciéndose de nuevo efectiva la orden de captura que caía sobre él (independientemente de que no corrían buenos tiempos para el Temple), En el año 1303 fue nombrado jefe de la Compañía de los ALMOGAVARES, partiendo con 4000 de ellos, acompañados por mujeres e hijos, 1500 caballeros y 1000 hombres de infantería. Y ahí empezó la aventura. Se dirigieron a Constantinopla, a bordo de 39 galeras, con el fin de luchar contra los turcos, a favor del emperador xor Andrónico (Paleólogo)